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lunes, 10 de mayo de 2010
LA AVENTURA DE SER DOCENTE
Después de haber analizado mi práctica y haber leído a José Manuel Esteve en su ponencia presentada en las XXXI Jornadas de Centros Educativos en la Universidad de Navarra, (2003), sobre la Aventura de Ser Maestro, no pude evitar sentirme identificada con cada una de sus ideas, puesto que siempre he pensado que nuestra labor docente, se va a tornar exactamente como cada uno quiere, puesto que puede ser la carga más pesada que pudiéramos tener hasta la más maravillosa experiencia, pero todo depende de nuestra percepción hacia ella.
Reconozco que he incursionado en la docencia por medio del ensayo y error, donde también experimenté la ansiedad de estar ante un grupo y aparentar que todo estaba bajo control, sin embargo nada de eso era real, hasta ahora me doy cuenta que posiblemente ya puedo disfrutar de la libertad de ser maestro, de realizar mis propias adaptaciones.
Cuando Esteve, hace alusión a otros autores, los cuales refieren que el ser maestro es “dedicar la propia vida a pensar y sentir, y hacer pensar y sentir, ambas cosas juntas”, que “la escuela es un sitio donde vamos a aprender, donde compartimos el tiempo, el espacio y el afecto con los demás, donde siempre se encontrará a alguien que te sorprenderá, te emocionará”, son ideas que me fascinaron puesto que cada día que pasa trato de levantarme con esa ideología, la cual la traduzco en el hecho de decirles a mis alumnos, cada vez que puedo, que a la escuela van a aprovechar el tiempo, disfrutar su maravillosa etapa de la vida y trabajar para trascender.
También creo que he tenido grandes crisis de identidad, no precisamente por no haber sido formada en la docencia en este nivel, sino porque creo que no he encontrado los elementos necesarios para que mis estudiantes amen lo que hacen, porque creo que desean estar en un lugar diferente al que poseen, porque aún no aceptan su uniforme, su escuela, su nación… y esto si es algo que realmente me cuestiono.
Tampoco creo que haya logrado ser un comunicador, un intermediario entre la docencia y los alumnos, porque ellos no siempre escuchan lo que yo les digo, ni yo entiendo lo que ellos me quieren trasmitir, el diálogo ha sido mi apoyo, pero el razonamiento aún no lo logro.
Sigo pensando que la única manera de combatir este malestar es empezar a trabajar para tener una identidad con mi profesión, no digo que no la tenga, pero no como debiera ser, puesto que para tener identidad se necesita de dos cosas, la primera que es el conocimiento y la segunda el respeto a lo que hago, creo que no conozco muy bien las implicaciones de ser docente y por consiguiente no he sabido respetar mi profesión, porque en más de una ocasión pierdo de vista mis objetivos, trabajo por inercia, me invade la rutina, la monotonía. Me alejo de las teorías y por lo tanto de la reflexión, del diagnostico, de la investigación y del actuar en forma crítica, como lo expone el documento de Santos Guerra.
Quisiera aprender a enseñar, aprendiendo, estudiando, aspecto que me fascino cuando Freire en su primera carta expone que el acto de estudiar implica el acto de leer, constituyéndose un acto critico, creado y recreado.
En conclusión, el orgullo de ser profesor, se traduce a estar bien en el hacer lo que queríamos hacer y estar en el lugar que queremos, teniendo como desafío el saber y la pasión por comunicarlo. (FILOSOFIA DE ESTEVE, QUE LA HAGO PROPIA).
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